Volvamos a retomar el hilo :lol:
MI QUERIDO MAFO
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Los adivinos del Banco de EspañaEl gobernador del Banco de España ha vuelto a hacer unas declaraciones en las que anuncia un segura crisis de las pensiones públicas si no se adoptan las reformas que casualmente benefician a los bancos privados. Ya he hablado en otras ocasiones sobre el furuto de las pensiones y sobre la naturaleza real de este tipo de análisis pero ahora quiero traer aquí un artículo que muestra la real capacidad de anticipación que tienen los adivinos que como el gobernador se permiten hablar a la gente como si fueran dioses. ¿Cómo se puedetener por serios y rigurosos a semejantes pontífices del error?
LA HISTORIA DE MAFO EL ADIVINADOR Por Juan García Caselles
Bajo el paternal auspicio de Solbes, el 18 de julio (día premonitorio) de 2.006, MAFO, también conocido como Miguel Ángel Fernández Ordóñez, tomó posesión de su cargo de Gobernador del Banco de España. Faltaban menos de catorce meses para que la crisis apareciera (final del verano de 2.007). A pesar de sus dotes adivinatorias y su sesudos estudios, no nos anunció nada al respecto.
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Login A finales de enero de 2.007, cuando solo faltaban siete meses para el inicio de la crisis, Mafo se las prometía muy felices con algún problemilla como la inflación y el déficit de la balanza comercial.
“El responsable del Banco de España ha recalcado que el Estado español lleva 13 años de crecimiento económico ininterrumpido, y lo ha atribuido al "efecto expansivo" de las bajadas de tipos de interés, las políticas fiscales aplicadas desde 1994 y las devaluaciones cambiarias que se aplicaron en los años 90 antes de que la peseta se integrara en el euro.”
Eso sí señalaba algún otro problema: “Entre los desequilibrios, el gobernador ha destacado el "fuerte crecimiento" del endeudamiento de las familias para la compra de vivienda. No obstante, ha señalado que este endeudamiento hipotecario se está reduciendo "suavemente", al igual que "está bajando algo" el crédito al consumo, mientras que crece de manera muy destacada la inversión crediticia de las empresas.
Reonoció que “hay una "sobrevaloración" en los activos inmobiliarios, si bien ha mantenido que esta apreciación es relativa, ya que el precio de un activo depende de si hay demanda dispuesta a pagarlo. En todo caso, ha aventurado que "no habrá caídas" de precios en el sector, sino que se volverá a la "senda" de crecimientos más moderados, lo que ya se está dando y servirá para "un reequilibrio de la economía española". De crisis, nada de nada.
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Login En junio de 2.007, cuando ya se le veían los cuernos a toro, Mafo habló de “posible desaceleración cíclica” y recomendaba abaratar el despido y desligar las subidas salariales del IPC: “afirmó que los «dos problemas» del mercado de trabajo son los «mecanismos de rigidez» de la negociación colectiva, porque no facilitan la adecuación de los incrementos salariales a las características particulares de las empresas, y los «elevados» costes de despido de los contratos indefinidos, que hacen que las compañías opten por la contratación temporal.
Una desaceleración cíclica de la economía afectaría en menor medida a los salarios, pero perjudicaría al empleo temporal, lo que no permitiría garantizar la generación de puestos de trabajo.” O sea, que el pato lo pagarían los de abajo para que las empresas (los capitalistas) siguieran ganando dinero.
“Precisó que todavía se mantienen importantes soportes para el dinamismo de la vivienda a medio y largo plazo. En otros momentos bajos del ciclo -evocó- estos factores no se daban....Por otra parte, la morosidad bancaria sigue en niveles mínimos.” En eso de la vivienda no acertó ni una. Pero fue el primero en inventar lo
de la desaceleración, pero de crisis no sabía nada Recordemos que en noviembre de 2.005 Solbes reprendía a Caruana, entonces Gobernador del Banco de España por sus críticas a la política presupuestaria del Gobierno, pero no se le ocurrió hacer lo mismo con Mafo.
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Login Ynos días después, cuando ya empezaba a crujir la cosa, Mafo volvió a advertirnos sobre la necesidad de que la banca saneara sus inversiones, pero creía, listo él, que las familias se iban adaptando a las subidas de los tipos de interés. Eso sí, de crisis de verdad, nada de nada. Más gordo cuando otro gobernador del Banco de España (Rojo) había advertido en 2.006 de que teníamos la crisis encima.
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Login En septiembre de 2.007, cuando ya estábamos dentro la crisis de hoz y coz, Mafo aconsejaba al gobierno prudencia presupuestaria. “"en estos momentos de incertidumbre no hay que tocar el superávit presupuestario que es lo que da tranquilidad". "Mi recomendación en política económica es la prudencia y la cautela.
Cualquier tentación de hacer políticas de alegría sería contraproducente". Eso sí, de la crisis no sabía nada. Por eso decía que “si el Gobierno aumenta excepcionalmente el gasto o renuncia a ingresos por motivos electorales, puede tener después un efecto muy negativo que obligue incluso a subir los impuestos en el futuro.” Acertado el hombre.
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Login En la comparecencia ante el Senado de 23 de noviembre de 2.007 Mafo afirmó que “el crecimiento de la economía española en 2008 puede alcanzar el 3%, aunque, eso sí, matizó, siempre que las turbulencias, es decir, la crisis crediticia, tengan una duración limitada.” Con el desparpajo que le caracteriza criticó las políticas de un Gobierno que empezaba a realizar tímidos intentos de política antidepresión con medidas para inyectar dinero en la economía y favorecer las rentas más bajas, que son las que mantienen el gasto. Todavía el hombre no veía crisis, auque, curioso, empezaba a sospechar que se podía agravar.
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Login Pues bien, este señor que se permite el lujo de criticar al Gobierno, de apoyar a los empresarios y la derecha con todas sus fuerzas, que en vez de realizar informes económicos al Gobierno, como es su obligación, se dedica desde hace tiempo a realizar todo tipo de previsiones agoreras, como por ejemplo avisar que la crisis va a durar un año más de lo que acababa de decir el Ministro de Hacienda. Al mismo tiempo defiende políticas antisociales con todo descaro, como proponer que se alargue la jubilación hasta los 67 años, que se aumente el número de años de cotización para el cálculo de la base reguladora, como han hecho Francia y Austria o que se reforme "cuanto antes" el sistema de pensiones para que sea "menos
traumático". Y después de haber defendido unos días antes el despido libre, ahora afirma que este año podría "desaparecer" el superávit de la Seguridad Social. Pero lo más maravilloso es que es capaz de atisbar que para el 2.025 quebrará la Seguridad Social.
¿Como se atreve a vaticinar nada o a decir qué medidas deben tomarse cuando nunca da ni una, si con la crisis delante de sus narices no fue capaz de verla? ¿Qué mierda de técnicos nos gobiernan?
Juan García Caselles
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TRICHET, MAFO Y LOS DEMÁS: ¿HASTA CUÁNDO? Un estudio de Consultores de Gobierno Corporativo (CGC) señalaba que a finales de 2006 diez familias y una veintena de empresarios (la mayoría de las cuales se enriquecieron o consolidaron su riqueza durante el franquismo) tenían en esa fecha bajo su control a 19 de las 35 mayores empresas cotizadas en España y eran propietarios del 20,14% de su capital. Según el profesor Iago Santos, una pequeña elite que representa el 0,0035% de la población española controla recursos que equivalen al 80,5% del PIB. Un control que no solo le permite tener las retribuciones más altas de Europa como miembros de los consejos de administración sino también, y sobre todo, influir muy directa y decisivamente en las decisiones gubernamentales que les afectan.
Esas personas y grupos tienen muy claro lo que desean y por lo que deben luchar en cada momento y mucho más ahora que hay que hacer frente a una crisis que en gran medida han provocado ellos mismos.
Ahora tratan de presionar al máximo para lograr tres grandes objetivos. El primero, establecer reformas en la legislación laboral que les den más libertad, que les permitan reducir costes y que debiliten aún más a los trabajadores a la hora de defender sus derechos laborales. El segundo, avanzar, o incluso llegar a establecer si tienen fuerza suficiente, un sistema de capitalización privado que sustituya al actual modelo de reparto de las pensiones públicas. Y, finalmente, disminuir genéricamente la capacidad de maniobra de los gobiernos para seguir desplazando el poder de decisión sobre cuestiones económicas hacia espacios e instituciones no representativas en las que lógicamente pueden influir más cómoda y eficazmente.
Para defender esa estrategia tienen medios de comunicación, periodistas, organizaciones sociales y empresariales, profesores, economistas y políticos que constantemente se encargan de propagar las ideas que les interesa poner en práctica y entre los que ocupan una posición privilegiada los directivos de los bancos centrales con sus gobernadores al frente.
El papel de estos últimos es fundamental porque, gracias precisamente a ese poder mediático, tienen fama de autoridades objetivas e independientes, lo que les permite defender esas mismas propuestas ante la población como si fueran sabios y neutrales portadores de las ideas objetivas y científicas que sin duda conviene aplicar al conjunto de la sociedad.
Lo hemos visto claramente en los últimos meses y lo seguiremos viendo de forma cada vez más evidente en el futuro próximo: el gobernador del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, y el de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, reclaman constantemente esas tres medidas centrándose en los últimos días de forma coincidente en la reforma laboral.
Frente a la prepotencia con la que se dirigen a los ciudadanos, es necesario que éstos sepan que las propuestas que hacen los gobernadores son el resultado de sus posiciones ideológicas y no de verdades científicas que puedan considerarse, como ellos las presentan, inexorables o indiscutibles.
Deben saber asimismo que las instituciones a las que representan no son precisamente el templo del saber objetivo, como quieren hacer creer, y que los informes que elaboran no son tampoco el mejor ejemplo de independencia, libertad de pensamiento y pluralidad.
Los bancos centrales, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, se han consolidado como instrumentos al servicio de los grandes poderes económicos y financieros en donde se coopta a sus profesionales con criterios ideológicos y en donde se ha marginado y se margina hasta la extenuación a quienes no suscriben los postulados liberales. Y es necesario que sepan, además, que esa ideología liberal de la que parten sus proposiciones es especialmente irrealista y errónea.
La mejor y más definitiva prueba de ello es comprobar hasta qué punto se han venido equivocando y se equivocan en sus análisis y predicciones y en qué medida tan evidente han adoptado medidas que han provocado los problema financieros que padecemos en lugar de resolverlos.
El Banco Central Europeo y los bancos centrales nacionales deberían haber tomado medidas para evitar la insolvencia generalizada a la que dado lugar el irresponsable comportamiento de los bancos y no lo hicieron. Deberían haber previsto la crisis que iba a provocar la ingente acumulación de riesgo y no lo hicieron, actuaron tarde y el sistema financiero ha paralizado la economía real sin que hayan sido capaces de evitarlo.
Deberían haber adoptado medidas en España para que el dinero de los bancos no se dedicara a financiar una burbuja inmobiliaria y miraron a otro lado. Y ahora, en lugar, de hacer frente con decisión a las reformas financieras que pudieran impedir en el futuro que los banqueros vuelvan a llevar a la ruina a la economía, se dedican a proponer reformas laborales o del sistema de pensiones que, en realidad, solo podrían conseguir que los grupos privilegiados disfruten de mayores beneficios.
Los ciudadanos tienen que saber que las propuestas ideologizadas del gobernador del Banco de España no le convienen a la inmensa mayoría de la población y que, además, no inciden en los verdaderos problemas de la economía española. Los problemas del mercado de trabajo español, que crea mucho empleo en épocas de crecimiento pero tan precario que enseguida lo destruye cuando se ralentiza el crecimiento, no se resuelven disminuyendo los salarios, eliminando derechos laborales o aumentando el poder de negociación de las empresas. Así, como proponen los grupos oligárquicos de los que actúa como vocero el gobernador, lo que se logra es consolidar un modelo de competitividad basada en la mano de obra barata que está condenado al fracaso, no solo porque nos empobrece cada vez más sino porque siempre habrá otro países que pueda situarse por debajo de nuestros niveles salariales.
¿Por qué no dice el gobernador que nuestra productividad lleva estancada quince años y de que para salir de esa situación lo que se necesita es un capital humano más preparado, más capital social y mejores infraestructuras que requieren más gasto público, como nos demuestra la experiencia de los países más avanzados que el nuestro? ¿No le resulta significativo al gobernador que el país que más empleo destruye sea justamente el único de la OCDE en donde bajaron los salarios reales de 1995 a 2005? ¿Por qué no habla Ordóñez de que las exportaciones de alta tecnología española solo representaban en 2006 el 4,96% del total, frente al 16,65% de la UE-27 y que para darle la vuelta ese problema habría que multiplicar el gasto en educación y en I+D+i?
¿Y cómo es que el gobernador no cae en la cuenta de que los países europeos más competitivos tienen una flexibilidad que no es precisamente la que aquí se propone y mucha más protección social? Como mira a otro lado no puede preocuparse, qué casualidad, de que nuestra tasa de abandono escolar sea caso tres veces más alta que la de la U-27, lo que sí constituye un lastre decisivo para nuestro mercado laboral, o de que nuestro porcentaje de gasto en protección social, cuya suficiencia sería fundamental para reformar sin pérdida de bienestar el mercado de trabajo, esté a seis puntos de dicha media?
Los ciudadanos deben saber todo esto para ser conscientes de los intereses a los que sirven los gobernadores y directivos de los bancos centrales. Deben saber que no son autoridades objetivas e independientes sino que en la práctica actúan como empleados de los grandes banqueros y empresarios y por eso es habitual, como ocurre en España, que después de hacerles la tarea terminen en sus consejos de administración o como dirigentes de la patronal bancaria.
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